Friday, June 4, 2010

En Pausa

De repente se te pasan los minutos, las horas, los días y sigues ahí, inmóvil ante su paso. Cuando te percatas de su presencia te entran unas ganas locas de usarlos hasta la última milésima de segundo. Es como si estuvieras en una montaña rusa, subes, bajas, te pones de cabeza, gritas y lloras. Te conviertes en la aguja que va marcando cada punto del reloj y se te van cayendo esas telarañas que te mantenían inerte. Observas a tu alrededor con una claridad que te enceguece, respiras profundo y tus oídos comienzan a escuchar el silencio de los que yacen en su propio letargo.

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